domingo, 9 de noviembre de 2014

La prostitución, la esclavitud más romántica del mundo

La prostitución no es el trabajo más antiguo del mundo. Es la esclavitud más antigua del mundo. Y, actualmente, también es la más romántica. Nadie ve romanticismo en atar cadenas a una persona y, a golpe de látigo, arrastrarla hasta la plantación de azúcar de turno; pero parece ser que atar cadenas a una persona (en forma de precariedad económica) y explotarla sexualmente es algo casi poético para algunos hombres.


Esos hombres reivindican la satisfacción de su deseo sexual a cambio de dinero como uno de sus derechos fundamentales. Las redes sociales son su campo de batalla particular: difunden este mensaje con una literatura más o menos elaborada, pero siempre revestida de un romanticismo que huele a huevos podridos. Estos hombres se llenan la boca hablando de libertad; naturalmente, de su libertad para pisotear la libertad de otras. Reivindican, ni más ni menos, la libertad de explotar sexualmente a mujeres en una situación precaria: se calcula que en España el 90% de las mujeres que ejercen la prostitución son víctimas de redes de trata (http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/07/04/actualidad/1404495394_132206.html). Al 10% restante hay que añadirle el porcentaje de mujeres que recurre a la prostitución por hallarse en una situación desesperada, económicamente hablando.


He aquí algunas de las claves de las relaciones sexuales:
  • Aunque a algunos les pese, la satisfacción sexual no es un derecho. Y, si lo fuera, sería un derecho de hombres y mujeres y no sólo de los hombres, que es lo que se da a entender con argumentos seudocientíficos y sin ningún fundamento.
  • Si la prostitución implicase un disfrute sexual por parte de ambos, prostituta y cliente, ¿acaso no habría hombres que se dedicarían a ella? (Los hay, pero son un porcentaje irrisorio frente al número de mujeres.)
  • La libertad sexual se materializa cuando dos personas eligen en plena libertad mantener relaciones sexuales. La satisfacción sexual es mutua y, obviamente, nadie espera una retribución económica a cambio. Cuando una de esas dos personas se está aprovechando de la necesidad de dinero de la otra, la relación sexual deja de ser libre y, por tanto, ya no podemos hablar de libertad sexual, sino de esclavitud sexual.

Finalmente, hay voces, incluso dentro del feminismo, que exigen escuchar a las prostitutas para conocer su opinión. Eso estaría muy bien si las víctimas de las redes de trata (recordemos, alrededor del 90% de las prostitutas) pudieran dar su opinión. Desgraciadamente, casi nunca pueden: para empezar, no tienen acceso a las redes sociales. He aquí algunos de los escasos testimonios de supervivientes de la trata: http://www.teinteresa.es/mundo/historias-victimas-trata-personas_0_794921366.html.

Concluyendo, desde Feminismo 3. 0. nos posicionamos a favor de los derechos humanos y en contra de cualquier tipo de esclavitud. Recordando a quienes nos leen que un derecho humano es una vida digna y libre de violencia, y no la satisfacción del deseo sexual (¿?). Y recordando también que la prostitución no es romanticismo, sino esclavitud.


Como conclusión de este artículo, ofrecemos un enlace de lo más interesante: 18 mitos sobre la prostitución. 
http://www.catwlac.org/inicio/2014/03/19/18-mitos-sobre-la-prostitucion/
Y, finalmente, el informe del Defensor del Pueblo sobre la trata en España:
http://www.defensordelpueblo.es/es/Documentacion/Publicaciones/monografico/Documentacion/resumen_trata_de_seres.pdf

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