miércoles, 24 de septiembre de 2014

De las putas y el honor: si te violan, cállate

Nunca antes había escrito un artículo en primera persona, pero hay una primera vez para todo.

Dedicado a todas las demás putas.


Desde que tengo memoria, me he sentido profundamente conmovida por las noticias llegadas de Oriente. Noticias sobre niñas, adolescentes y mujeres como yo. Noticias desgarradoras, de esas que jamás querrías leer.

Por ejemplo: Una mujer de Irán es sorprendida por la policía teniendo relaciones sexuales consentidas con su novio. Los policías deciden violarla, afirmando que, si es tan puta como para acostarse con su novio, no hay razón para que no se acueste con otros hombres, cuyo honor no quedará en entredicho.

Otro ejemplo: Una mujer subsahariana es violada por un vecino. Su familia la asesina poco después, puesto que, si es tan puta como para tener relaciones sexuales fuera del matrimonio (consentidas o no), deben lavar con sangre su honor.

Un último ejemplo: Una mujer violada en Afganistán es acusada de adulterio. Para salvaguardar el honor de su marido y la sociedad, condenada a latigazos y a prisión... por puta.

Las putas y el honor. La misma historia de siempre.

La única diferencia es que ahora no es en Oriente. Ahora no son los «moros machistas» (sic). Ahora es en España. Ahora son los españoles. Mis vecinos, la gente que pasa por la calle. Quizá mis compañeros de clase y del trabajo.

Porque en España, en mi país, han violado a una chica y ella ha sido condenada por la «justicia». Han violado a una chica y ella está siendo linchada públicamente. Sí, estoy hablando del caso de Málaga. En el que, nuevamente, se nos deja claro cuál es nuestro lugar en el mundo: la vida y la integridad física de una puta siempre valdrán menos que el honor de un hombre.

Todos los días hay violaciones en España. Se denuncian pocas. Llegan a juicio menos. Y hay muy pocas condenas. Hará cosa de una semana, una joven de 17 años se suicidaba en Madrid tras la puesta en libertad de su violador. La única respuesta de la sociedad es un silencio pegajoso, el silencio de los culpables: mientras se estaba pidiendo la cabeza de la chica de Málaga, la chica de Madrid comprendía que no había nada que hacer. Pero a nadie le importa. Nadie se indigna por la vida de una simple mujer que, al fin y al cabo, «seguro que era un poco puta».

La «justicia» en España no es justa y la gente lo sabe. Queda demostrado todos los días: delincuentes y corruptos de toda clase en libertad, jueces inhabilitados e imputados por denunciarlo, manifestantes y twitteros condenados a penas absurdas... Salvo en el caso de Málaga, donde la juez debe de ser una especie de semidiosa infalible. 

A la hora de condenar a una mujer, está claro que los jueces no fallan. Y los medios de comunicación tampoco. Unos y otros crean opinión, y también el caldo de cultivo ideal para que nosotras, las mujeres, vivamos cada vez con más miedo.

Seamos realistas: estos hombres no se indignan ante una denuncia falsa por violación. Se indignan ante una denuncia por violación. Porque nos quieren calladas. ¿O muertas, como la chica de Madrid? Es difícil saberlo.


Tranquilos, que ya hemos captado el mensaje: si te violan, cállate.

Joven de Málaga: recuerda que NO ESTÁS SOLA.

Violeta

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