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martes, 2 de octubre de 2012

Concienciar a las mujeres

Uno de los principales problemas de las feministas es la falta de concienciación de las mujeres en nuestra sociedad. El feminismo continúa siendo visto como una suerte de radicalismo político-social; o incluso, desde el punto de vista de algunos hombres -¡y mujeres!-, como el fruto de frustraciones de corte sentimental o sexual.

Hay mujeres que confunden el feminismo con despreciar a los hombres. Los mal llamados "chistes feministas", en los que se ridiculiza al varón por cuestión de sexo, son tan absurdos como los chistes machistas y sólo contribuyen a reforzar la imagen de las feministas como despechadas. Declarase feminista y acto seguido afirmar que "los hombres no saben hacer dos cosas a la vez" es contradictorio.
Este mal llamado "humor" es injusto y denigrante para los hombres, insulta a aquellos que creen en la igualdad y desacreditan el feminismo y a las feministas.
Por otro lado, nuestra cultura sigue presionando a las mujeres para complacer a los hombres en todos los aspectos de la vida. La moda, la cosmética, incluso la cirugía estética -que a veces pone en peligro la salud y hasta la vida de quienes se someten a ella- están orientadas esencialmente hacia las mujeres, que tienen la obligación de estar bonitas para gustar. Se nos enseña a llevar escotes y falda corta incluso en invierno, a subirnos en tacones incómodos e imposibles y a ser discretas, cariñosas y complacientes. Puede que hayamos adquirido derechos políticos y civiles, pero la sociedad sigue otorgándonos un papel complementario al de los hombres.

Este es el modelo de mujer que se nos muestra en la publicidad.
La educación recibida hace que muchas mujeres teman declararse feministas, o incluso rechazen frontalmente el término. Por si fuera poco, el hecho de que se valore el éxito de una mujer en función de la atracción que ésta ejerce sobre los varones provoca un espíritu competitivo y muchas veces destructivo que aniquila cualquier atisbo de solidaridad femenina, tan necesaria para alcanzar la igualdad.

Desde este blog animamos a las más jóvenes a rebelarse, tanto contra el rol que tratan de imponernos -¡no somos complementos, somos seres capaces!- como contra la competitividad entre nosotras. Para lograr la igualdad, tenemos que estar unidas.




Violeta

domingo, 23 de septiembre de 2012

La esclavitud del siglo XXI: la trata de mujeres


En el Día Internacional contra la Explotación Sexual y el Tráfico de Mujeres, Niñas y Niños, condenamos cualquier modo de violencia o extorsión humana.

La trata de mujeres constituye el tercer negocio ilegal más lucrativo del mundo. Cientos de miles de vidas robadas y mutiladas.

Nuestra más rotunda repulsa a todos los culpables de esta despiadada práctica, a los miserables que convierten a niñas, en mujeres sin dignidad; a los inhumanos que pagan y contribuyen a seguir matando en vida a menores, a niñas. A todos los desgraciados, porque no se les puede llamar hombres, que maltratan a una mujer, a una niña, olvidando que ellos salieron del cuerpo de una mujer. Repúdienlos a todos, porque la esclavitud del siglo XXI no sería posible si ellos no pagasen.


¿Qué clase de indigencia mental hay que padecer para ver deseo aquí?

Una niña sin pasado, sin presente y sin futuro; el producto de una de las prácticas más antihumanas de nuestra sociedad. Porque no es algo que suceda allende los mares, es algo que está sucediendo en nuestras ciudades. Porque la trata de niñas y de mujeres se hace en el llamado Tercer Mundo, y se explota en el “civilizado” Primer Mundo.

Luchamos y seguiremos luchando por la dignidad de todas las mujeres, porque cuando maltratan, explotan o humillan a una, las secuelas las padecemos todas. Porque una sola mujer extorsionada será suficiente para avivar mucho más la fuerza de nuestra lucha. 

Rosa

viernes, 10 de agosto de 2012

Las diosas no existen


            La autoestima es clave para alcanzar cualquier objetivo, ya sea de forma individual o colectiva. Es difícil que un estudiante que se considera estúpido saque buenas notas o que un adolescente que se cree feo se anime a pedir una cita; del mismo modo, las conquistas sociales no se realizan si el pueblo se muestra pesimista.

La lucha de las mujeres por la igualdad debe sortear un gran obstáculo: el esfuerzo de la sociedad por bajarnos la autoestima.

Las mujeres inseguras suelen ser más dóciles y complacientes. Por eso los medios de comunicación potencian la inseguridad. ¿Cómo? Haciéndonos sentir feas. Día tras día, nos muestran una y otra vez modelos de mujer imposibles de alcanzar.

Las mujeres perfectas que nos muestran en las revistas son fruto del maquillaje y el retoque fotográfico.

Las diosas que nos enseñan en los medios de comunicación no existen. Hay quienes se esfuerzan por destapar las falsedades del maquillaje y los retoques fotográficos –la revista Cuore es un ejemplo–; pero, a la hora de la verdad, muchas mujeres terminan por asumir que nunca alcanzarán ese ideal de perfección. Esto puede causar una gran frustración, llegando incluso a provocar trastornos alimenticios y, en última instancia, el deterioro irreversible del cuerpo. Además, es una potente herramienta de control social: mientras las mujeres estemos preocupadas por adelgazar, tonificar nuestros músculos, engordar nuestros pechos, teñirnos el pelo y mejorar nuestra piel –todo ello con el único fin de agradar a los varones–, no nos preocuparemos por que se nos respete y considere iguales que los hombres.

¿Desde cuándo la belleza consiste en bañar a una chica en maquillaje y ponerle postizos en el pelo?

Hemos de ser realistas: nunca tendremos un cuerpo perfecto, liso y tonificado; nunca tendremos la piel de porcelana; nuestro cabello nunca será brillante y sedoso como en los anuncios. Porque las mujeres perfectas no existen. Pero no hay que asumirlo como una cruda realidad, sino reírnos de que alguien pretenda que realmente nos convirtamos en barbies.

La belleza real existe y está al alcance de todas: una sonrisa limpia, un olor agradable, una forma de vestir original… 

Los maniquíes de las tiendas son todos perfectos y también perfectamente remplazables. Un cuadro de Picasso no es perfecto, pero sí único.

Violeta



viernes, 6 de julio de 2012

Esclavas de la moda



La forma de vestir es una de las principales señas de identidad de las personas. El vestuario de las mujeres ha tenido una cosa en común a lo largo de todas las épocas: ha estado diseñado por hombres. Y sigue estándolo.

Tradicionalmente, en Occidente se cubría casi por completo el cuerpo de la mujer. Éste era asociado al deseo y, por consiguiente, al pecado; sus formas debían ocultarse incluso bajo el sol calcinante del verano. Esto sigue ocurriendo en muchos lugares de Oriente, donde, en los casos más extremos, las mujeres sólo pueden mostrar sus ojos en público. En Occidente, en cambio, estas barreras se han roto: por desgracia, sus pedazos han saltado por los aires y han abierto otro tipo de heridas.

Las mujeres occidentales ya no estamos obligadas a esconder nuestros cuerpos, pero hemos pasado de tener que taparlos a que nos hagan enseñarlos sin pudor. Esta nueva moda femenina tampoco es funcional: antes, las mujeres se ahogaban de calor en verano con tanta ropa; ahora, pasamos frío en invierno con vestidos cortos, escotes pronunciados y medias transparentes. Por no hablar de instrumentos de tortura como sujetadores, corsés y tacones –estos últimos son obligatorios en todo evento que exija etiqueta–, destinados única y exclusivamente a realzar la belleza del cuerpo femenino.

No nos engañemos: las mujeres occidentales no nos hemos liberado acortando nuestras faldas. Tan sólo han cambiado los códigos sociales impuestos por los hombres: antes, estaba mal que enseñásemos nuestro cuerpo, pues la sociedad de entonces consideraba la sexualidad un tema tabú; ahora, en cambio, debemos exhibir nuestros cuerpos, pues su principal función es deleitar a los hombres con su contemplación y uso. La publicidad, donde mujeres vestidas de forma provocativa anuncian coches o detergentes indistintamente, es un ejemplo de ello.


¿Cuál de las dos está sometida a una moda impuesta por el varón?

Como mínimo, las mujeres debemos ser conscientes de que esta moda es algo que nos imponen. Es difícil cambiar una sociedad que, como siempre, sigue dominada por los hombres, pero el primer paso es estar concienciadas. Una sola de nosotras no puede cambiar el sistema, pero puede evitar que las mujeres de su alrededor, sobre todo las más jóvenes, se conviertan en esclavas de la moda y la belleza.

La valía de una persona no depende de si lleva un par de tacones o dos balones de plástico estrujándole los pulmones. Y una chica no va a ser más querida por llevar falda corta en vez de unos vaqueros.


Violeta