Mujeres de fuego, de hierro, de hielo y
de barro. Tantas mujeres como nombres y caderas, como pechos y sueños, como
lágrimas y amaneceres.
Mujeres
de África que se levantan con el sol para dar alimento y vida, para trabajar la
tierra sea yerma o fértil, para abonar los caminos del futuro de un continente
sin mañana; donde el hoy lo es todo.
Mujeres
de Asia que reciben el ácido en la cara, que cosen los vestidos de las del
norte, que pelean contra las manos y las piedras que las quieren lapidar, y
pelean con el silencio, la palabra y con la barbilla en alto.
Mujeres
que se levantan porque no saben vivir arrodilladas, mujeres que deciden que la
tradición no les manda, mujeres que deciden cuál es su tradición.
Mujeres
que en Afganistán no han disparado una sola bala, no han visto un solo dólar de
la heroína, no han cultivado el opio, no han apretado el gatillo ni han volado
escuelas.
Niñas
que en Tailandia dan la mano a un extraño europeo para crecer sin identidad, ni
libertad, ni derechos; porque no saben que existen.
Mujeres
europeas que trabajan más horas y cobran menos, que hacen dobles jornadas
laborales en casa y que cada día tienen que demostrar que si son guapas también
pueden ser listas; y que si son feas necesitan ser aún más listas. Mujeres que
son medidas por el ancho de sus caderas y de su pecho, vendidas en el mercado
de la carne.
Mujeres
de Latinoamérica, que cuidan a los hijos y las hijas de Occidente para que
otras mujeres puedan pasar doce horas al día sosteniendo un sistema que se
deshace en su propia sinrazón y les aleja de su vida.
Sistema
que nos ha mentido y nos ha ofrecido una falsa liberación que consiste en
trabajar el doble, y no por nosotras, sino por lo diabólico del propio sistema;
para pagar las operaciones que nos harán más felices, para costear la ropa que
nos hará ser más aceptadas.
Mujeres
que aman a otras mujeres, mujeres que aman a hombres y hombres que no aman a
las mujeres.
Hombres
que matan a mujeres aquí y allí porque creen que son propiedad privada,
marcadas por apellidos que no les corresponden, despojadas de la virtud de las
virtudes, la libertad de espíritu. Mujeres que reciben bofetones, mujeres que
reciben insultos, mujeres violadas, vendidas y extorsionadas. Mujeres a las que
llaman “putas” (que palabra tan fea): las “putas” de un sistema que nos hizo
muñecas del patriarcado.
Y
también mujeres que se organizan y van a cambiar el mundo.
Mujeres
con minifaldas, mujeres con pantalones, mujeres que se desnudan porque les da
la gana y eso no las convierte en únicamente carne.
Mujeres
que hacen la comida, lavan la ropa, y friegan los suelos pero aún no se
considera que trabajen lo suficiente.
Mujeres
que decidimos cuando, donde y como; que decimos que no cuando queremos decir
que no y que decimos que sí cuando queremos decir que sí. Mujeres que
disfrutamos del sexo cuando queremos y con quién queremos. Mujeres con derecho
a decidir sobre nuestros cuerpos. Mujeres que queremos ser madres y mujeres que
no queremos, y eso no nos hace menos mujeres.
Niñas
que sufren la ablación para despojarlas de la libertad del placer por el placer
y pone en peligro sus vidas. Y niñas que ahora dicen que desean vivir su vida
sin el peligro de la mutilación genital.
Mujeres
negras, blancas, orientales, indígenas, árabes y europeas, mujeres y niñas de
todos los colores. Todas igual de diferentes; todas idénticas. Trabajar y
amamantar, cuidar y calmar.
Mujeres
capaces de hacer la paz mientras los que llegan por la noche sin mirarles a la
cara hacen la guerra.
Mujeres
que se reúnen en un círculo y se enseñan a escribir las unas a las otras,
mujeres que se hacen las dueñas del agua, de la tierra y del fuego porque son
de fuego, de tierra y de agua.
SER MUJER
ES SER MUCHAS MUJERES. ES SER TODAS LAS MUJERES
Dedicado a Sakineh, condenada a
lapidación por reconocer bajo tortura que había mantenido una “relación
extramatrimonial”. A Hashí, una niña de la calle de Dacca. A Lakot, una ex esclava
sexual de la guerrilla del LRA en Uganda. A mi madre, mis abuelas y mis tías. A
todas y cada una de mis amigas. Vosotras sabéis por qué.
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